CAMPANELLA
Bruno Marcos
Ya sabía yo que no podía ser que a mí me gustase algo de prime time. Llevaba apenas dos o tres capítulos y la serie de Campanella, Vientos de agua, fue desterrada a las tantas del viernes. Y gracias que no la quitaron del todo. La detestable democracia va dando cada vez más muestras de lo imbécil que es la plebe.
Resulta que Campanella me entusiasma, El hijo de la novia y Luna de Avellaneda, me han hecho pensar que me gustaría irme a vivir a la Argentina –seguramente quería pensar en irme a vivir a las películas de Campanella-. Nada que ver con la pedantería asociada a lo argentino.
Hay algo encantador en los films de Campanella, una posición muy actual, muy como creo que soy yo ahora. Uno piensa que se trata de un país pasado al completo por el psicoanálisis y que, incluso, ya lo ve como un tópico atorrante. Sus personajes están al final de alguna utopía desfasada, exprimiendo sus restos y fracasando, acosados por la idea de sucumbir a un vivir acomodado y con dinero. Pero lo que aflora es una sentimentalidad auténtica en sus propias contradicciones, todo tan humano. Lo más maravillante son los diálogos, la agilidad –no sé si será gracias al casting o al guión o ambas cosas- para transformar todo encuentro en trascendental y sentimental.
Muchas veces he pensado en lo peculiares que son los argentinos y, últimamente, he elaborado la teoría de los italianos: el acento, algunas palabras, gestos y el temperamento parecen la mezcla de los italianos con nosotros, como si los argentinos fueran italianos que hablan español.
Lo más increíble y hermoso de estas películas y de la serie es el diálogo intergeneracional. Sin ir más lejos, en el último capítulo... yo no me imagino a mi mujer diciéndole a mi padre “Está muy claro, Bruno se pasó toda la noche de joda... “
4 Comments:
Al paso que va este país, con la gente de 30-35 exiliada con sus progenitores, lo que si será probable es encontrar a tu padre diciéndole un dia a tu mujer: “Está muy claro, Bruno se pasó toda la noche de joda... “
interesantes apreciaciones sobre los italianos que hablan español.
te enganchas a una series con un share de audiencias meor que el de este blog
Me contaron que en una ciudad de provincias llegó un argentino a finales de los ochenta que comenzó a dar clases de tenis. Sus elegantes formas y la galantería con la que impartía sus enseñanzas le hicieron inmensamente popular. Decían que las mujeres de los proceres locales le adoraban, simplemente por ser educado y algo seductor en todo lo que hacía. Me ha recordado esa historia su teoría de la fusión de latinos
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